Si alguien dice “el baño del Coto” nunca más voy a pensar realmente en un baño de un supermercado Coto y voy a pensar, en cambio, en un “glory hole”. Me pasa lo mismo con los remitos: si alguien los nombra, sólo voy a recordar a los palitos revolvedores de café en una oficina. Es una especie de código/deformación mental que se forma después de un meme viral. ¿Pero cómo hacérselo entender a alguien que no estuvo en el lugar-indicado en el momento-indicado de una red social, sin quedar como una retardada? No hay chance.
Sería una desgracia tener que explicar cada meta-meme de Twitter, cada cosa que me hizo reír durante una tarde o desvelarme a la noche, sabiendo que era algo efímero, que al día siguiente iba a dejar de existir esa pequeña comunión que se logró entre personas desconocidas, unidas en una causa común inservible y para nada noble.
Pero sobre todo me da vergüenza que se me escape en medio de una conversación cuando el entorno realmente está por fuera. Aunque en la mayoría de los casos es simple desinterés o falta de tiempo, noto en algunas ocasiones un regodeo moralista por “no saber” o “no estar en redes”. Lo mejor entonces es cambiar de tema, porque a medida que se va narrando "de dónde viene el chiste", aquello que fue presuntamente interesante se va licuando y termina en la nada. Como cuando vas a contar una historia y te olvidás del final, o arrancás con una anécdota que no lleva a ningún lado.
- "Todo empezó con una persona que escribió en Twitter que fue al baño de un Coto de Lanús. Ahí vio un agujero en la pared, desde donde asomaba la pija de un chico de 19 años que asumió que estaba todo ok, porque era un 'glory hole', y bueno, todos empezaron a hacer memes de glory holes y de Petri en Coto".
-“Ahhhh, mirá vos”
-“Anfibia sacó una nota aburridísima del tema”
-¿Qué es Anfibia?
La mirada atónita del otro, en esta instancia, es desoladora.
Cada micro-referencia tuitera es un dolor de huevos en el mundo real y complejiza la comunicación, porque la mayoría funciona como chiste naturalizado al interior de un grupo minoritario de personas. No anda en otro lado: es completamente ridículo, aburrido y sin sentido en el resto del planeta. Pero es un buen ejercicio darse una vuelta para entender el lenguaje, porque va por el lado de tener más competencias culturales. ¿Y quién no quiere tenerlas?
Las "conversaciones" -así se les dice a los temas que "estallan en redes"- terminan impactando de alguna manera en la vida real, por más que suenen absolutamente frívolas. En política la cosa se pone pesada porque terminan orientando elecciones o inventando a Milei. Por eso, más allá de que estas conversaciones duren 10 minutos antes de olvidarse para siempre, y aunque las plataformas tengan cierta fecha de vencimiento, como Fotolog, es importante revisar cada tanto lo que está pasando en ese conglomerado horrible Forma parte de la cultura pop y hay que conocer nuestra historia contemporánea. Revisar las redes brevemente es como hacer una lectura rápida de los titulares del día.
El cerebro siempre tiene lugar para un poco más, y no es que, por saber la historia de gente random de Instagram nos vayamos a olvidar de lo que pasó entre César, Pompeyo y Craso. A veces, además, es una experiencia realmente iluminadora: yo que me creía muy hábil en los lunfardos, me di cuenta de que no sabía qué era un glory hole, ni que era algo tan conocido, y me da vergüenza haberme enterado a esta edad, por Twitter, de semejante invento masculino. Los tipos son increíblemente pragmáticos y dementes.
El hecho de que los hombres tengan la habilidad de poder calentarse en un baño público sucio, y que manejan cierta info de dónde quedan estos antros, no es lo que más me sorprendió (aunque explica muchas cosas de este planeta), sino el tema de que haya toda una subtrama de glory holes o teteras que desconocía. Me sentí una antropóloga descubriendo el Machu Pichu o una tumba egipcia, toda una cultura que estuvo siempre ahí y yo como una boluda pasaba por al lado, ciega.
Preguntar sin vergüenza o googlear ayuda a envejecer con algún milímetro de gracia, y a veces solo basta con revisar el comentario de un tuit para entender de qué se trata. Tener el interpretante fresco es una gran herramienta para entender, con dos o tres palabras clave, el mundo que atraviesa a una persona. No hace falta mucho más para saber dónde nació alguien, de dónde viene, a quién vota, qué mirada tiene del universo o si es medio garca. ¿Sabe qué es hagov? Listo, ya sabemos qué consume. ¿Dijo twink? Ok.
Es imposible esconderse, porque como especie nos excede manipular los mensajes que sacamos al mundo a través de las palabras, los gestos o la ropa. Nos dejan en evidencia las elecciones mínimas que hacemos en la vida diaria y no hay coucheo que pueda evitarlo. Estamos diseñados para comunicar cosas que no queremos, o que van a ser tomadas por un otro que va a interpretar lo que se le cante. Conviene, entonces, no pensar demasiado en eso.
Por ejemplo, si alguien usa mucho la palabra “naturalmente”, o “en realidad” “la verdad”, dudo que yo pueda mantener con ella una conversación interesante sobre el 90% de las cosas que pasan en el mundo. No voy a explicarlo, simplemente es así.
En cambio, si dice que “había que explotar todo para que el país salga adelante” asumo que está muy bien de guita. Si menciona que va a ir a ver a Ariel Pink, le conozco hasta los gustos culinarios, se que libro regalarle. Tengo mil ejemplos pero en este momento, justo cuando quiero escribir sobre eso, me los olvidé.
Me aterra bastante cómo llega toda esa información que yo emano, sin quererlo, a los demás, consciente de mi absoluta falta de control del discurso (look, tono de voz, redacción, peinado, todo) que me define, a mi pesar.
En síntesis, a lo que iba, es que en estos últimos días se habló de Asado de Faso en Rebord, los glory holes, Cata Vs Furia, jumbobot, la publicidad de los conciertos a la luz de las velas, la toga de juez brasileño, Morgado estafando gente, la Petri a dos manos, la nutricionista con anorexia que lleva huevo duro como snack en la cartera, Canessa tocandoa ccidentalmente un culo menor de edad y mucho más. Hoy, ya todo es viejo.
Adiós.
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Le puse este texto a chat gpt a ver qué opinaba. me respondió esto:
Es interesante cómo ciertos temas y chistes de redes sociales pueden ser tan específicos y efímeros, pero al mismo tiempo, revelan mucho sobre las personas y la cultura contemporánea. Es como un lenguaje propio que puede resultar desconcertante para quienes no están inmersos en ese mundo. ¿Hay alguna razón en particular por la que te preocupe cómo llega la información que emanas a los demás?