Publicar a la misma hora que el partido Argentina-Colombia en la final de la Copa América 2024 me dio la sensación de impunidad necesaria para hacer tres reflexiones sin editar ni meditar sobre este campeonato.
La primera reflexión es que vamos a convulsionar de tanto homenaje mediático a Ángel “Fideo” Di María. El velorio por su retiro de la Selección comenzó durante la semana previa al partido, con promociones de comida, varias notas tituladas “El último baile”, juegos de palabras, despedidas de famosos en Twitter, columnas de opinión y declaraciones emotivas de los familiares.
Ángel es muy querido pero nunca fue un jugador popular fuera de la cancha: ningún niño se compró jamás la cartuchera de Di María para ir a la escuela y los chicos no jugaron a hacer el “corazoncito” (🫶 ) cuando marcaban un gol *. Sin embargo, logró compensar su total falta de magnetismo siendo un jugador sólido, aun logro destacable en un mundo donde el marketing está en la punta de la pirámide.
Quizás a Ángel le faltó un buen publicista porque, dentro de todo, su narrativa tenía condimentos del concepto “tipazo” local: chico de pueblo, de familia trabajadora, amante del asado, el mate y el fernet, amiguero, familiero, católico, casado, dos nenas. Comunardo, no te toca la novia, tiene una off shore. Seguramente de niño se levantaba con la escarcha para ir al club en bicicleta: vivía en una película de Leonardo Favio.
Pero su personalidad no pegó y la verdad es que todo se hace más fácil cuando nacés como Garnacho. Ni siquiera se destacó su hamburguesa de McDonald's, que nadie conoce ni probó, pero existe. Se llama “Grand Leyenda”, viene con un mazo de cartas españolas, pan de papa (si: pan de papa) y sabores que evocarían, en una pretendida reformulación semiótica, a un “asado”: tiene presunta salsa parrillera, dos tipos de carne, salsa criolla y dos fetas de queso provoleta. Una receta escrita por el enemigo, que solo puede atraer a niños de entre 60 y 65 años. No tiene chance alguna de competir con la “Mega Épica con doble huevo” del Dibu Martínez, por la que la gente está dispuesta a morir.
Ángel sobrevivió a fuerza de ser crack y sin una gota de carisma, un verdadero caso de estudio. No tiene el physique du rol de un ídolo del fútbl, no dice cosas divertidas, no baila bien, no es suelto en cámara, careced de aura. Mientras se desgarraba de puro esfuerzo, salvando partidos a último minuto, en cada temporada aparecía un personaje nuevo que se transformaba en el BFF de Messi y le vampirizaba el protagonismo. Papu, Kun, Dibu, el novio de Tini. No olvidemos que hasta Lavezzi ocupó ese rol.

La segunda reflexión es que lo más interesante y divertido de la Copa América fue por lejos el recital de Shakira.
Estuvo muy bien el halftime y sobre todo haberlo hecho más largo de lo normal. Pero esta no es una opinión universal: para el comentarista deportivo chileno Aldo Schiappacasse fue una degeneración apocalíptica.
El hincha sudamericano no entiende que si el fútbol genera millones de dólares tiene derecho, como mínimo, poder ver un partido con bastante comodidad, sin miedo a salir herido. En la cancha de Gimnasia, por ejemplo, si no te sentás rápido en el entretiempo corrés el riesgo de quedarte 15 minutos parada, porque no entran todos en las gradas.
La tercera reflexión es que la foto más relevante de todo el campeonato fue la del Chiqui Tapia con su asistente de transpiración.
Sólo a modo de recordatorio, sintetizo: en medio de un partido de Argentina, sentado en las plateas, un hombre comenzó a pasarle una toalla al cuello sudoroso de Tapia.
Su trabajo era meticuloso y se expandía hacia la amplísima nuca del presidente de la AFA, con golpecitos suaves. En un breve sondeo, no encontré a nadie que se haya imaginado que una tarea así pudiera ser posible. ¿Quién se pone a secarle el cuello al jefe? ¿Quién se deja secar por otro, quién acepta ese ofrecimiento? Lo más cercano que recuerdo es el inicio de la película “Un príncipe en Nueva York”, que era una parodia. El chiqui vive en ZAMUNDA.
El “secado de nuca” se viralizó enseguida y Tapia publicó una foto posando junto al asistente en cuestión, ambos sonriendo el plan “nos subimos al chiste”. La excusa del dirigente fue que se sentía mal (no convenció a nadie), mientras la compuerta de la interpretación pública ya se había abierto: si hacen eso a cielo abierto, es porque lo tienen totalmente normalizado. Descubrimos, gracias al fútbol, que existe un submundo de hombres poderosos que se hacen refrescar con trapitos.
🚩 Pero hay más señales del fin de la cultura:
🔗 Una joven murió atragantada con una hamburguesa en Córdoba
🔗 Un pueblo fue invadido por loros: a razón de 10 por cada habitante.
🔗 Río Negro: rompieron una prohibición de acercamiento entre ellos para ir a robar cables juntos, en Choele Choel
🔗 Rescataron a diez jóvenes encerrados en un ascensor con capacidad para cuatro
🔗 Olavarría: llamó a la policía porque le robaron el auto pero lo había dejado en el mecánico
🔗 Hinchas colombianos intentaron meterse al estadio de la final por el sistema de ventilación
🔗 Entró a robar, contrató un flete para llevar las cosas y terminó preso
Adiós.
Esto es una observación ajena (protejo las fuentes para que no las cancelen), reitero mi impunidad